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La Comunicación en el proceso de desarrollo comunitario (página 2)



Partes: 1, 2

En cualesquiera de los entendimientos del desarrollo, la
comunicación ha estado presente. Esta relación
desarrollo–comunicación ha sido estrecha y ha
evolucionado conjuntamente. A cada concepción le ha
correspondido una manera de entenderla, y no solo de entenderla,
sino de practicarla.

La aparición de dos personalidades centrales en
el estudio de la comunicación en el contexto comunitario
planteó un cambio de rumbo en la praxis hasta ese momento
desarrollada. El primero, el brasilero Paulo
Freire[5]quien desde la educación
cuestionó a fondo los modelos autoritarios en los cuales
se concebía la existencia de un sujeto dador de
conocimiento y verdad a un objeto pasivo, dependiente y receptor.
Estos planteamientos critican al modelo funcionalista de
comunicación efectivista basado en la verticalidad del
emisor–mensaje/medio–receptor y en la creencia de que
este tipo de proceso generaba impacto en el receptor, logrando
transformaciones en sus percepciones y su conducta.

La otra personalidad es el uruguayo Mario Kaplún,
quien desde la práctica de la
radioeducación, cuestiona el mismo modelo
autoritario, que desconoce al receptor como un interlocutor
activo con capacidad para generar sus propios mensajes,
según sus necesidades y su cultura.

El libro Producción Radial de
Kaplún[6]designa a los receptores como
personas concretas, arraigadas en una cultura y en una vida
cotidiana que generaba sensibilidades, idiosincrasias,
mentalidades y actitudes creativas y productivas.

De otro lado, se genera una corriente que no
vivió el paso previo de ser extensionista de campo para la
transferencia de tecnología, sino que con un pie en el
trabajo comunitario han halado la reflexión sobre
comunicación–desarrollo en un ámbito nacido
de una concepción de sociedad y de comunicación
diferente, más emergido de la cultura y, por lo tanto, de
un cuestionamiento a fondo del tradicional concepto de
desarrollo, que parece ignorar su centralidad. Tal vez la mejor
representante de esta corriente es la peruana Rosa María
Alfaro.

Alfaro, quien como muchos otros pasó por la etapa
de compromiso comunitario de construir una comunicación
alternativa[7]con una práctica larga y
comprometida en las barriadas de Lima, ha realizado un trayecto
de una inmensa riqueza, llegando a ser una de las líderes
de los observatorios y las veedurías ciudadanas de medios
en Lima y en el resto del continente. Su libro Otra
brújula, innovaciones en comunicación para el
desarrollo
[8]muestra hacia dónde nos
permite llegar esta reflexión y esta práctica, lo
hace recogiendo los aprendizajes de la última mitad del
siglo XX, pero definitivamente haciéndolo libre de las
presiones de los modelos de comunicación para el
desarrollo planteados hasta el momento. Este texto de Alfaro es
un punto de llegada y también de partida hacia una nueva
era, es un ejercicio de recuperación de la historia en
términos de los aportes y lecciones que obtuvimos de ella
para pensar el hoy, y también de recapitulación de
un pasado a veces turbulento en esta necesaria, pero compleja,
relación desarrollo-comunicación.

Una de las fuentes de alimento conceptual de Alfaro ha
sido el filósofo Jesús Martín Barbero. Tal
vez este no se haya referido directamente a lo que se ha
entendido formalmente como comunicación para el
desarrollo, pero lo que sí ha hecho es construir una
comprensión de la comunicación dentro de la
cultura, que ha permitido a más de una generación
aprender a ver el mundo desde otro lado. Ha hecho una central
ruptura en el campo de la teoría de la comunicación
con su libro De los medios a las
mediaciones
[9]texto clásico que le da
un vuelco al peso que tenían hasta los "80 la
consideración y el estudio de los medios como centros (y
casi únicos) en el campo de la comunicación; para
plantear de qué manera el accionar de los medios
está mediado por la cultura de la cual forman parte y
sobre la que actúan. Esta aparentemente simple
formulación hizo dar un vuelco total en el pensamiento y
la investigación en comunicación llevados hasta ese
momento y redireccionó su rumbo.

Cuando a finales de los "80 Martín Barbero
cuestiona a fondo el papel de los medios por sí solos como
definitores de la comunicación, cuestionó
—sin mencionarlo— igualmente a fondo el modelo de
comunicación para el desarrollo llevado hasta el momento.
Es en ese punto donde encaja la historia con Rosa María
Alfaro, quien, como muchos, tenía inconformidades con el
modelo imperante; y el de comunicación alternativa era
también problemático, porque ponía el
trabajo "por fuera", o al "otro lado", de las corrientes
imperantes en el moldeamiento de la sociedad.

Como se aprecia la comunicación para el
desarrollo tiene distintos sentidos según diferentes
tendencias y actores. El concepto no dispone todavía de
una definición ampliamente consensuada ni de un marco
analítico-conceptual que sirva como punto de partida para
el estudio de la misma. A lo largo del tiempo se la ha denominado
como "ingeniería social" o como el hecho de "dar voz a los
sin voz".

El concepto de desarrollo de forma
sintética "… puede definirse como un largo proceso de
cambio cuantitativo y cualitativo que se produce en una sociedad
en

los ámbitos político,
económico, social, cultural y científico dirigidos
hacia un bienestar individual o colectivo"[10].
Además de esta noción básica, habitualmente
se le incorpora "etiquetas" que ofrecen información sobre
la visión de desarrollo desde la que se trabaja. Las
denominaciones más extendidas son desarrollo humano
—hace referencia a la centralidad del ser humano en
cualquier proceso de desarrollo—, sostenible —que
permita satisfacer las necesidades actuales sin comprometer las
mismas posibilidades para las generaciones futuras y que supone
incorporar una visión ecológica—, y
equitativo —derecho al desarrollo e igualdad real de
oportunidades para cualquier colectivo sin discriminación
de género, etnia, etc—.

Como concepto de comunicación la FAO considera
que "…es un proceso dinámico en el transcurso del cual
un emisor y un receptor intercambian y comparten informaciones,
ideas, opiniones, sentimientos o reacciones"[11]
.

Además, señala un aspecto importante para
superar la confusión entre "comunicación" y "medios
de comunicación", que se encuentra habitualmente en los
programas de desarrollo, incorporando a la definición del
concepto las diferentes formas de comunicación:
interpersonal, institucional y de masas.

La comunicación para el desarrollo es definida
como "…la utilización de manera planeada y organizada de
las técnicas y medios de comunicación
(mediáticos y no mediáticos) para promover el
desarrollo, a través de un cambio de actitud y/o de
comportamiento, difundiendo la información necesaria y
suscitando la participación activa y consciente de todos
los protagonistas, incluidos los beneficiarios del
proceso"[12].

Si consideramos a la comunicación como una
relación de interlocución entre sujetos, que
influye en ambos, porque los compromete, en relación con
su entorno, aceptaremos que las acciones de desarrollo suponen
actividades constantes, cambiantes y cotidianas entre sujetos.
Proponer y realizar acciones de desarrollo apela a la
construcción de relaciones subjetivas entre los que
participan en ellas, que deben considerarse, aunque estas sean
difíciles de planificar. Así, no hay sujeto pasivo,
no es solo un simple beneficiario, siempre media una
relación activa, adquiriendo sentido la palabra, el cuerpo
y las imágenes, desde la que todos hablan y escuchan
mutuamente, incluso a través del silencio. Habría
que indicar, entonces, qué tipo de rol se le asigna a los
destinatarios de los proyectos y qué relaciones posibles
hay que promover. Y como toda relación, debemos asumir que
puede ser asimétrica.

Por ejemplo, el que propone un proyecto, ya construye un
lugar y un rol frente al que supuestamente recibe utilidades y
puede reproducir las mismas desigualdades que se quieran
cuestionar. Cada contacto, cada exposición a discursos y
quehaceres produce interacción, moviliza al sujeto a
seleccionar, interpretar, modificar, valorar, apropiarse y usar
lo que interpreta en una perspectiva u otra, sin que sepamos
cuál es. La implementación de proyectos va
construyendo así a cada participante sus expectativas y
demandas, incluso sus formas de ser y vivir con los demás.
No podemos descansar en formulaciones utópicas lejanas o
románticas y ambiguas, sino aceptar y procesar las
desigualdades que toda acción de desarrollo pone en
actividad.

Y esa relación no solo define el destino de los
proyectos de desarrollo, sino que va afianzando modos de ser
comunes y el procesamiento de lo que los distingue. Con lo cual
podemos afirmar que mediante la comunicación ejercida se
van definiendo las homogeneidades y sus disidencias, como
también las cercanías y distancias. Cuando se
implementa un proyecto, se está contribuyendo entonces a
definir entre varios una relación, pero también un
sentido del desarrollo, el que puede albergar diversas
diferencias. No porque sea una experiencia productiva que
beneficie a toda la comunidad, esta se procesa
así.

Estas relaciones se van definiendo
espontáneamente, llegando a acostumbrarse a ellas como
característica ineludible de la realidad misma.

Muchas veces, se establecen continuidades entre
situación y propuesta de cambio, cuestionando así
su propio sentido transformador. La percepción del
proyecto, las expectativas, los modos y los espacios de
comunicación que se provocan pueden construir y afianzar
sentidos conservadores o relaciones que pueden acabar con la
finalidad del proyecto o darle una aparente imagen de
implementación fluida que se acaba al día siguiente
de la transferencia.

El pensar la comunicación desde la cultura
resulta necesario, pues transforma la mirada hacia ella como
práctica y existencia social, y con esto cuestiona los
modelos difusionistas anteriores.

En este campo, el emisor y el receptor se convierten en
interlocutores, en sujetos con historia, identidad, arraigo,
vidas y experiencias concretas en un contexto real, con
necesidades y expectativas, y capacidad creativa, que pueden (y
de hecho así lo hacen) intercambiar para construir algo
nuevo que es producto de este canje cultural. Es en ese caldo que
los medios actúan y por lo tanto, es desde los lugares
culturales que lo que ellos realizan tiene sentido y
utilidad.

Esto dio lugar a que quienes hacían
comunicación para el desarrollo dejaran de ocuparse tanto
de la perfección de los mensajes y medios que
construían día a día y miraran de otra
manera a las personas para quienes trabajaban, para conocer su
procedencia, su cultura y preguntarse cómo hacer que se
involucraran en procesos que les eran propios, para construir
desde allí ese tejido social y cultural que
requerían las transformaciones sociales. Pero
también, indagar por la manera en que ese entendimiento de
la comunicación ayudaba, no a imponer uno u otro modelo de
desarrollo, sino a generar procesos útiles para que
quienes viven las situaciones, puedan reflexionar y expresar sus
propios modelos de futuro y las maneras de llegar a ellos.
Partiendo, eso sí, de observar las carencias y las
potencialidades, y, por lo tanto, mirándose a sí
mismos, en su cultura, su arraigo, sus historias y sus relatos,
como punto de partida y como origen de su propio
campo.

Este ha sido el primer paso de un proceso de
deconstrucción del paradigma anterior, y la
construcción de una nueva mirada. Entre muchas otras
transformaciones, por ejemplo, hoy se demarcan con mucho mayor
rigor los límites entre comunicación y publicidad /
visibilidad, generación de opinión pública,
difusión/divulgación, industria cultural,… Y se
redimensiona la comunicación como el campo en que se
construye relaciones, redes, interacciones, diálogos, en
los cuales la naturaleza cultural de la sociedad es
consideración fundamental.

Estas modificaciones en la conceptualización de
la comunicación y su ubicación en la
transformación de la sociedad hacia modelos más
acordes con lo que la gente sueña, ha empujado la
reflexión hacia un terreno que hoy se denomina la
comunicación para el cambio social. Esta nueva
denominación tiene, de alguna manera, un origen en querer
diferenciarse de la comunicación para el desarrollo y
significar un paso hacia adelante.

En la construcción del campo de la
comunicación para el cambio social han entrado en juego
varios factores, entre los que figuran:

a) La comprensión de la comunicación, no
como un instrumento, sino como una dimensión de lo
social-cultural que tiene la capacidad para generar y fortalecer
transformaciones.

b) La comunicación como interacción entre
dos o más individuos o grupos, y no como acción
meramente informativa o divulgativa desde un polo hacia un objeto
pasivo-receptivo.

c) La existencia de una voluntad concertada entre
quienes participan de una potencial transformación para
hacerlo desde el campo de la comunicación.

d) El campo de la comunicación para el cambio
social asume y le da perfil a nuevos sujetos sociales surgidos de
procesos de movilización y lucha por el reconocimiento:
ambientalistas, mujeres, discapacitados, desplazados,
inmigrantes,…

Elementos estos que contribuyen al logro de una
comunicación pontenciadora del autodesarrollo, retomando
la participación y la cooperación como ejes
fundamentales en la gestación de una comunidad, un proceso
de integración científica y comunitaria que tiene
por base la comunicación abierta, franca y sin
límites, y su concreción se refleja como entidad
mediadora en el proyecto que elabora la propia comunidad, cuyo
núcleo central tiene como elementos fundamentales la toma,
realización y control de decisiones, momentos que deben
estar presente en cualesquiera de los espacios de
interacción personal, razones que permiten visualizar al
proceso de comunicación comunitario con un alcance
universal.

Resulta necesario acotar que la comunicación no
depende solo de la voluntad y las características
socioculturales y psicológicas de los actores, sino de los
contextos en que se encuentran.

Existen dos conceptos que permiten identificar con
más precisión esta mutua relación entre
sujetos y realidad comunicativa. El de "espacio de
comunicación": no como lugar físico donde los
sujetos están, aunque lo incluye, sino al sitio
simbólico donde se producen las interlocuciones y que
contienen ya tipos de situaciones, relaciones y valoraciones. No
es lo mismo, por ejemplo, realizar una dinámica grupal en
la casa de una ama de casa que en la de una dirigenta, que en un
local comunal o en un hotel, porque el lugar físico ya
contiene énfasis y atmósferas diferentes. Lo cual
también tiene que ver con el "momento comunicativo"
también simbólico, porque no es igual promover la
elección de proyectos de autodesarrollo en momentos de
violencia que de paz, de crisis o de progreso económico,
puesto que esto enmarca comunicaciones diferenciales.

Así, una propuesta de cambio se ejercita en
largos períodos de trabajo, mientras que cuando existe una
emergencia determinada es posible transformar prácticas o
hábitos más rápidamente porque está
por medio la experiencia fuerte de la sobrevivencia o la muerte,
que coloca subjetivamente a las personas en otra actitud de
escuchar y mejorar. Entonces, la intercomunicación depende
de las relaciones preexistentes, pero también de esos
espacios y los momentos ideológicos y políticos que
vive cada grupo social y que marcan diferencias, a veces
insospechadas.

Resulta, entonces, imprescindible que cada proyecto de
autodesarrollo comunitario contenga una estrategia comunicativa
precisa que defina las relaciones a construir, los
métodos, sus etapas, sus posibles conflictos y soluciones,
sustentados en diagnósticos no solo sociales, sino
también comunicativos, quedando salvada de esta manera la
afirmación de que cuanto acontece en el contexto
comunitario tiene, además, un alcance
universal.

Bibliografía

– Alfaro M. Otra brújula, innovaciones en
comunicación para el desarrollo. Lima. Calandria;
2006.

– Alonso J, Pérez A, Rivero R, Romero E, Riviera
CM. El autodesarrollo comunitario: crítica de las
mediaciones recurrentes para la emancipación humana. Santa
Clara: Feijó; 2004.

– Barbero JM. De los medios a las mediaciones.
Barcelona. México: Gili; 1987.

– Del Río O. Planificación
estratégica de la comunicación en los programas de
desarrollo. Una propuesta de incorporación a la Matriz de
Marco Lógico. Cienciared. [en línea] 2006 [fecha de
acceso 4 de enero de 2008]; 20. URL disponible en

– García J, Serrano MM, Piñuel JL, Arias
MA. Teoría de la comunicación. Epistemología
y análisis de referencia. La Habana: Pablo de la
Torriente; 2003.

– Mattelart A, Mattelart M. Pensar sobre los medios.
Costa Rica: DeI; 1988.

– Portal Moreno R, Recio Silva M. Editores.
Comunicación y comunidad. La Habana: Félix Varela;
2003.

– Portal Moreno R. Comunicación y sociedad. La
Habana: Féliz Varela; 2003

– Kaplún M. Producción radial. Quito,
Ciespal; 1977.

 

 

Autor:

Msc. Roberto Carlos Delgado

[1] Alonso J, Pérez A, Rivero R,
Romero E, Riviera CM. El autodesarrollo comunitario:
crítica de las mediaciones recurrentes para la
emancipación humana. Santa Clara: Feijó; 2004. p.
27

[2] ídem, p.31

[3] ídem, p.26

[4] Mattelart A, Mattelart M. Pensar sobre
los medios. Costa Rica: DeI; 1988. p.92

[5] Nacido en el 1921 en el Noroeste de
Brasil, donde la mitad de sus 30 millones de habitantes
vivían dentro de una cultura del silencio
(marginación y analfabetismo), era preciso 'dar la
palabra' para adquirir la condición cívica que
superase el colonialismo. Sus análisis sobre la
psicología de la opresión estuvieron muy
influenciados por los grandes teóricos del
psicoanálisis, Freud, Jung y Adler, y también por
el pensamiento crítico de Fanon y Fromm. Asimismo,
conecto con las principales figuras del pensamiento
crítico norteamericano y europeo, entre éstos
Gramsci y Habermas. Paulo Freire está considerado como
el artífice latinoamericano de la corriente
comunicación para la educación o
comunicación educativa.

[6] Kaplún M. Producción
radial. Quito, Ciespal; 1977. p.28

[7] La comunicación alternativa es un
concepto que se ha desarrollado adentro, o al lado del de
comunicación para el desarrollo y que indica de alguna
manera la comunicación “otra”, la que se
sale de los marcos de la industria cultura y de el modelo de
sociedad imperante defensor del statu que, es por lo tanto una
concepción cuestionadora.

[8] Alfaro M. Otra brújula,
innovaciones en comunicación para el desarrollo. Lima.
Calandria; 2006. p.107

[9] Barbero JM. De los medios a las
mediaciones. Barcelona. México: Gili; 1987. p. 93

[10] Del Río O. Planificación
estratégica de la comunicación en los programas
de desarrollo. Una propuesta de incorporación a la
Matriz de Marco Lógico. Cienciared. [en línea]
2006 [fecha de acceso 4 de enero de 2008]; 20. URL disponible
en
http://www.cienciared.com.ar/ra/usr/9/261/fisec04olgadelrio.pdf

[11] Ídem

[12] Ídem

Partes: 1, 2
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